
Desde la calma y la aceptación
Reconozco que estoy viviendo esta nueva situación con bastante calma. El hecho de que ya estuviera trabajando desde casa, ayuda a que no me afecte en el tema laboral, más bien me pasa al revés, me faltan horas.
Desde que empezó el estado de alarma, me llegaron, nuevas propuestas, cursos para seguir formándome, conferencias en streaming , todas súper interesantes , algunas todavía no las he podido ver porque se montaban los horarios. Total que en el sentido de qué hacer con el tiempo lo llevo bien.
Me está sirviendo todo lo que he aprendido a lo largo de mi vida, de «crecimiento personal», antes de llamaba así, lo que hoy en día es normal, hace 30 años lo hacíamos medio a escondidas.
Ahora doy gracias por el tiempo y el dinero dedicado a estos temas tan importantes y valiosos para el ser humano, lo digo porque realmente lo pienso. Estoy especialmente agradecida con el último curso que hice fue uno de Mindfulness a través del servei de promoció econòmica con Nuria Balliu donde entendí mejor el concepto de la asertividad y la resiliencia, si los humanos usáramos esta herramientas, evitaríamos tantos conflictos.
Ya ha pasado más de un mes, en los que nos da la impresión de que el mundo se ha parado, pero en realidad el mundo no se ha parado, ni los humanos tampoco. Seguimos, a otro ritmo y de otra manera. Compartiendo más tiempo con las personas que convivimos.
Yo tengo a mi marido y mi hijo Javi, los tres teletrabajamos. Nos repartimos las tareas de la casa, cuando acabamos de trabajar, leemos, algunos días jugamos a ajedrez, que por cierto, he mejorado en estos días. A las 20’00 salimos a aplaudir a los sanitarios y nos vemos con los vecinos, nos saludamos y nos despedimos hasta el día siguiente.
Después nos comunicamos con la familia por videoconfenrencias, con los que tenemos lejos y con los que están aquí cerca a pocas calles, como el pequeño Lluc que ya he cumplido 5 meses y vive a pocos minutos de nosotros, pero bueno, vamos adaptándonos, más de una vez he leído que la adaptación es la mejor manera de ser feliz.
No voy a negar que esta situación, que nunca antes habíamos vivido, y la verdad es que estamos muy poco acostumbrados a que pasen catástrofes por aquí, pues, me tiene más sensible y como a todo el mundo la incertidumbre de no saber cuándo y cómo acabará, también preocupa.
Es muy emotivo ver tantos gestos de solidaridad, eso que nace desde el corazón de las personas de forma espontánea, sin que lo digan en ningún telediario, simplemente sale de la creatividad humana.
No sé si cuando pase la cuarentena habremos cambiado o no, lo que sí es seguro es que recordaremos estos días con emoción.
Como en todas las familias, en la mía también hay acontecimientos que estaban previstos y no se han podido celebrar o se han pospuesto, para cuando todo pase, una boda, una comunion, cumpleaños, mi hijo Sergio está en Santander y no puede volver. Aute nos dejó sin entierro, ni despedidas . Igual que a tantas personas que se van sin poder despedirse de sus familiares.
Este virus me recuerda a un refrán que nunca me gustó:
«El que bien te quiere te hará llorar».
Empleando tácticas de maestro de los años 60, con los castigos, por no aprender. Así nos está enseñando este coronavirus a cuidar el medio ambiente y a decirnos, que solo hay un planeta y es finito.
Lo que con el activismo y las manifestaciones tarda décadas calar en los humanos, este minúsculo ser lo ha hecho en semanas.


Mi visión de lo que pensaba a finales de febrero a lo que pienso ahora es muy diferente. Al inicio de la pandemia cuando estaba en China, que por lo que parece, la información que nos llegaba, no es ni de lejos cierta, ahora lo sé, pero entonces lo que pensaba era que nos querían meter miedo por algún motivo. Empecé a sospechar, que había algo que no nos habían dicho, cuando suspendieron el Mobile World de Barcelona. A partir de ahí ya, lo que todos sabemos.
En un mes dejando de emitir tóxicos, las ciudades del todo el mundo han reducido la contaminación de una manera asombrosa, llegan imágenes de los canales de Venecia con aguas trasparentes y peces en ellas, en las playas los delfines se ven desde las orillas
Esta “CRISIS” , digo crisis porque no sé llamarla de otra manera, esto es más que una crisis, es un cambio de paradigma real, se están cayendo las máscaras. Noto como las personas están valorando lo que es realmente importante para la vida, en todos los sentidos. La sanidad y la alimentación es lo primero, ahora nos damos cuenta que necesitamos más a un agricultor que a un futbolista, y a una enfermera más que a una influencer.
Si esto pasa en el 2012 habría pensado que realmente hay alguien en el otro lado que controla el mundo.