Mi marido y yo nos animamos a hacer una ruta que en principio nos dijeron que era de 6 horas para ver L’Escletxes de la Freixeneda y el Salt de Sallent .
Empezamos a subir la montaña entre una espectacular maleza verde, me hizo falta sacar fuerzas para subir tantos metros de desnivel, no pensaba que estaba tan lejos, hubo un momento que pensé «¿quién me manda a mí?», me animó un poco ver que otras personas también iban rojas y sudando como yo.
Por fín llegamos a un sitio más plano donde encontramos Can Freixeneda, una masia bastante conservada con zonas húmedas árboles que impresionaban por lo gigantes que son, que después descubrimos que eran fresnos. Nuestro próximo objetivo eran Les Escletxes de can Freixeneda. A partir de entonces el camino era más llano, en pocos minutos llegamos a un bosque de cuento, era fácil imaginar cualquier historia de otra época.
Habiamos llegado, en ese precioso bosque se encuentran les excletxes, esas grietas en la tierra cubiertas de musgo verde, a las que la naturaleza les ha dado formas que recuerdan a los templos pérdidos en las selvas de Sudamérica, fue realmente una experiencia espectacular.
Nos faltaba aún ver el Salt de Sallent, para ello tuvimos que andar unos cuantos kilometros más, entre miles de mariposas y flores de todos los colores.
Impresiona la altitud de la zona, desde donde se ve todo el valle y donde esta situado el salto de agua de 125 metros. En esta época no baja mucha agua por los dos rios que dan lugar a ese espectáculo natural que es el Salt de Sallent
[…] Julia, explica muy bien en su blog, el resultado de la visita desde su punto de vista, en su artículo «Turismo de proximidad«. […]
Gracias por tu comentario, fue realmente una experiencia innolvidable.