Una soleada mañana de domingo, a finales de junio de 1914, se inició el desastre que la historia recuerda como la Primera Guerra Mundial.
Millones de jóvenes fueron llamados a filas. No todos acataron la orden. Los pocos países neutrales que quedaron en el viejo continente recibieron miles de desertores.
Por su proximidad con la frontera francesa, Barcelona fue uno de los lugares escogidos por los llamados “cobardes” para refugiarse.