Las Flappers, La Alegre Revolución Feminista de los 20’s

Mujeres de los años 20 caminando por la calle

Su estilo transgresor supuso un antes y un después en la historia. Parte de la sociedad las despreciaba. Rechazaba su comportamiento, su vocabulario y la ropa que vestían.


Ellas, a su vez, no estaban dispuestas a aceptar las tradicionales expectativas de género.


El mundo había cambiado después de la Gran Guerra. Mientras los hombres morían en las trincheras europeas muchas mujeres ocuparon su lugar en los centros de trabajo y, una vez acabada la contienda,  no querían volver a la rutina de siglos. 

Habían nacido las flappers

Al calor de la recuperación económica de los años veinte creció como la espuma un movimiento  que no pretendía cambiar el estado de las cosas pero  no dejaba indiferente a nadie.

Una vez reconocido legalmente en los Estados Unidos  el derecho a votar  en 1920, el sufragismo, huérfano de objetivos, perdió el norte.  Nacido a finales del siglo XIX,  el ritmo vertiginoso de los tiempos lo superó y se diluyó entre  críticas  dirigidas contra las nuevas generaciones.

Tampoco eran un colectivo  estructurado al estilo del círculo de Blomsbury, grupo de intelectuales donde brillaba con luz propia Virginia Wolf. Aquellas mujeres, y también hombres, querían influir en el feminismo aportando ideas y estrategias, cosa que  hacían mientras tomaban el té de las cinco en los jardines de sus bonitas casas.

La mayoría de las flappers  eran jóvenes de clase media poco dispuestas a la reivindicación. No querían luchar contra nadie, solo vivir y disfrutar. La guerra y la epidemia de gripe española les enseñó que la vida podía ser muy corta  y había que aprovecharla.

Era otra forma de ser feminista. Nueva y diferente.

Reclamaban su espacio en la calle y en la noche. Eran chicas que salían sin compañía de hombres pero decidían si volvían solas a casa, o no.


Su primer acto “ revolucionario” fue desterrar el corsé y elegir vestidos rectos y cómodos que arrinconaron en el desván las  faldas hasta los tobillos  sustituyéndolas por otras mucho más cortas.

El Bob Cut  era algo más que un peinado, era un símbolo de rebeldía. Aquella media melena, con o sin  flequillo,  significó el  fin del ideal victoriano que relegaba a la mujer a la esfera doméstica

La pujanza del siglo XX lo envió al desván de los recuerdos como hizo la luz eléctrica con las velas.


Todos aquellos cambios no eran superficiales sino que respondían a una cuestión de mucho calado,  la incorporación de la mujer al mundo laboral exigía comodidad.


Aunque no tenían líderes porque ninguna organización las pudo capitalizar, si tuvieron  modelos a seguir, chicas a las que imitar o, como mínimo, querer parecerse.

Una de las más populares fue Zelda Fitzgerald.

En la actualidad se la recuerda, si es que alguien se molesta en hacerlo, como  la esposa del escritor Francis Scott Fitzgerald, autor de la novela que mejor retrató aquella  maravillosa época,  El Gran Gatsby.


Una biografía, publicada en los decadentes años 70,  la rescató de la superficialidad de los floreros que decoran la vida de los grandes hombres.


Zelda fue una escritora brillante eclipsada por su marido y destruida por la esquizofrenia. Diagnosticada  en 1930 pasó largas temporadas en sanatorios mentales hasta que murió en 1943 victima de un incendio declarado en el manicomio de Carolina del Norte donde estaba recluida.

ESCRITORA Y MUSA, ZELDA FITZGERALD (1900-1948)
"Resérvame el vals", de Zelda Sayre Fitzgerald

La bocanada de aire fresco que significaron las flappers no sobrevivió a la década prodigiosa.

La crisis económica que emergió tras el crack de octubre del 29 acabó con ellas  pero no con su memoria.


No puedo ocultar mi simpatía hacia aquellas jóvenes que fueron criticadas por muchos y, lo que es peor, muchas. Ellos por razones obvias, que no es preciso repetir. Ellas, sobre todo las sufragistas, porque decían que eran frívolas y desagradecidas. Frívolas por su comportamiento desinhibido y transgresor. Desagradecidas porque no sentían reconocidos sus años de lucha.

La crisis económica que emergió tras el crack de octubre del 29 acabó con ellas  pero no con su memoria.

Cien años después continúa siendo fácil encontrar documentación, sobre todo gráfica, de aquellas mujeres que sin violencia ni discursos se ganaron un lugar en la historia.

 

Pdta.


 La palabra flapper proviene del argot anglosajón. La wikipidea  dice que se utilizaba en los años 20 para referirse a un nuevo estilo de vida de mujeres jóvenes.

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